domingo, 16 de febrero de 2014

"Serás un hombre, hijo mío”, de Rudyard Kipling


    ENTONCES SERÁS HOMBRE, HIJO MÍO.

    Si guardas en tu puesto la cabeza tranquila,
    cuando todo a tu lado es cabeza perdida.
    Si tienes en ti mismo una fe que te niegan,
    y no desprecias nunca las dudas que ellos tengan.
    Si esperas en tu puesto, sin fatiga en la espera;
    si engañado, no engañas, si no buscas más odio,
    que el odio que te tengan...
    Si eres bueno, y no finges ser mejor de lo que eres;
    si al hablar no exageras lo que sabes y quieres.
    Si sueñas, y los sueños no te hacen su esclavo;
    si piensas y rechazas lo que piensas en vano.
    Si tropiezas el Triunfo, si llega tu Derrota,
    y a los dos impostores les tratas de igual forma.
    Si logras que se sepa la verdad que has hablado,
    a pesar del sofisma del Orbe encanallado.
    Si vuelves al comienzo de la obra perdida,
    aunque esta obra sea la de toda tu vida.
    Si arriesgas en un golpe y lleno de alegría
    tus ganancias de siempre a la suerte de un día;
    y pierdes y te lanzas de nuevo a la pelea,
    sin decir nada a nadie de lo que es y lo que era.
    Si logras que tus nervios y el corazón te asistan,
    aun después de su fuga de tu cuerpo en fatiga,
    y se agarren contigo cuando no quede nada
    porque tú lo deseas y lo quieres y mandas.
    Si hablas con el pueblo, y guardas tu virtud,
    Si marchas junto a Reyes con tu paso y tu luz.
    Si nadie que te hiera, llega a hacerte la herida.
    Si todos te reclaman y ni uno te precisa
    Si llenas el minuto inolvidable y cierto,
    de sesenta segundos que te lleven al cielo...
    Todo lo de esta tierra será de tu dominio,
    y mucho más aún: serás Hombre, ¡hijo mío!

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